Fallece Diego Armando Maradona
Se le paró el corazón en su domicilio de Tigre. Nueve ambulancias fueron a su socorro, no era un corazón cualquiera. Pero no llegaron a tiempo de devolverle a la vida. Ha fallecido Diego Armando Maradona. Duele escribirlo, duele leerlo. Es uno de los días más tristes de la historia del fútbol. El balón se ha quedado huérfano. Lloran las porterías, los asientos de los estadios y hasta las piernas que segaron sus tobillos incapaces de frenarle. La iglesia maradoniana canoniza a su divinidad. Hoy todos los céspedes del mundo deberían teñirse de negro.
Una hospitalización por un coágulo cerebral desencadenó el fin de un mito. Que se explica en sí mismo, en su legado de 12 títulos en 12 años, incluido un Mundial, y en un sinfín de distinciones individuales entre 1978 y 2019. Aunque su palmarés estaba repleto de intangibles, creó una forma única de entender el mundo del balón. Su huella fue la conquista de las retinas que lo vieron y los corazones que lo siguieron; el motivo de miles de tatuajes y de millones de sonrisas y lágrimas. 'El 10' se lleva sus ángeles y demonios allá dondequiera que ahora esté, aunque seguro que ahí ya tiene un balón bajo los pies o está contando alguna historia de su prolífico anecdotario. Salvó el primer jaque después de la hospitalización, pero unas semanas después se cerró la cremallera de su albiceleste sudario.
Se fue Diego, el malabarista de esa bola que parecía la del mundo en su 39 de pie, pero también de naranjas o pelotas de aluminio que bailaban en él con sus picaditas desenfadadas. Un tipo capaz de perpetrar en cuestión de minutos 'La mano de Dios' y el mejor gol de la historia del deporte rey, porque todo lo hacía a lo grande.
Se va el cuerpo, no el alma. La leyenda cobra una mayor dimensión. Formaba parte del Olimpo de los astros, de los futbolistas más mágicos que ha visto el ser humano, y uno de los que más cerca estuvo de esa disputada etiqueta de mejor futbolista de todos los tiempos. Ahora integra otro equipo de divinidades con Di Stéfano, Eusebio y Cruyff. Otra dura despedida también en el ámbito 'culé'.
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